Tengo dos bellos hijos tan opuestos y distintos como el Himalaya y el desierto del Sahara.
Estoy por cambiar de ciudad, los llevaré a vivir a una ciudad tradicionalista del sureste de la república mexicana. Su Papá y yo estamos de acuerdo en que Cancún dejó hace mucho de ser un paraiso natural. El mote de paraiso lo continúa detentanto pero ahora es de la drogadicción, del alcoholismo, de la delincuencia y del terror. A ciencia cierta es un lugar al q llegué por accidente y en el que no quiero q crezcan mis pequeños herederos....para ellos quisiera la quietud del campo, el suave ruido del correr del agua en un arroyo, el canto de los gallos y los pájaros al amanecer, la lenta muerte del sol en los atardeceres campiranos.
En este siglo vertiginosoq les toca vivir es un privilegio poder escoger a donde crecer..espero q a ellos les guste su nuevo hogar.....que les cale sus pensamientos y los abrace la tranquilidad de la ciudad blanca.......
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