Era su mirada fría como el acero, sus ojos verdes en ocasiones parecían oscuros como la noche, de poco hablar era sin embargo el respeto de la familia de los Martínez Peña, era la Matriarca...
Estos días de Todos Santos viajábamos hacía el viejo rancho para sambullirnos en un mundo de leyendas, y sabores típicos en donde Cayita era la narradora principal. Así... sentados alrededor de la vieja mesa, con las caritas iluminadas por las sombras de la danza cadenciosa producida por la mecha de la candela y el olor a petróleo quemado, ya bien entrada la noche daba comienzo la narración...
Estos días de Todos Santos viajábamos hacía el viejo rancho para sambullirnos en un mundo de leyendas, y sabores típicos en donde Cayita era la narradora principal. Así... sentados alrededor de la vieja mesa, con las caritas iluminadas por las sombras de la danza cadenciosa producida por la mecha de la candela y el olor a petróleo quemado, ya bien entrada la noche daba comienzo la narración...
Como fondo ideal...el ladrido lejano de los perros que cuidaban otros ranchos...la abuela sin embargo nos decía que era el arribo de las ánimas y que ellos sí podían verlas a diferencia de nosotros. La leyenda de la Cochina Huesuda, El pozo ciego, y el jinete del Diablo salían de boca de Cayita mientras elaboraba los " boyitos " y tamales de carne de puerco.
Nadie quería despegarse de esa mesa, y aquel que tuviera necesidad de ir al baño, regresaba helado y con los pies empanizados de arena húmeda, en tanto Cayita elaboraba los suculentos platos que había comenzado días atrás como el mole, el atole, los dulces de jamoncillo...
Ella decía que los mexicas tenían costumbres maravillosas venidas a menos con la llegada de los españoles a México, que la celebración de Todos Santos entonces daba inicio desde el mes de junio o julio.
Los lugares de descanso para las ánimas eran diferentes, así existía el Tlalocan que era a donde iban los muertos por ahogamiento o los niños muertos en sacrificio; el Omeyoapan que era el lugar donde reinaba el sol y era el lugar de privilegio a donde arribaban los caídos en combate y las madres muertas durante el parto, quienes llegaban ahí, podían abandonar el lugar tras cuatro años de permanencia y regresar a la tierra convertidos en aves de hermosos colores; El Mictlán a donde iban los muertos de manera natural tras cuatro años de penoso camino y otro más del que no recuerdo su nombre pero que era habitado por un árbol que por sus ramas emanaba leche con la que alimentaba a los muertos chiquitos que regresarán luego de que la raza que habita la tierra desaparezca, con la finalidad de repoblarla...
Así pasábamos las noches de fieles difuntos al amparo de una candela, sintiendo el corazón en la mano y el latido acelerado de los primos más cercanos...
Esas noches en vela eran premiadas por exquisitos manjares que se repartían a familiares, vecinos y amigos que llegaban a" recoger la ofrenda"...En áquel apartado rancho del centro de Veracruz.
2 comentarios:
Al menos los esperaremos...
Lindo blog,
buen post,
un beso!
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