A veces llegamos a un lugar o conocemos a una persona en el transcurso de la vida de la que no sabemos más que su nombre, pero que estará ahí en nuestros gratos recuerdos por siempre...
Su imagen, su bondad, su preocupación por tanta gente; antes que por ella misma salta en mi mente...el paso del tiempo no pudo borrar las huellas de una belleza extraviada en algún lugar, fortaleza a prueba de todo y preocupación por quienes necesitábamos...
Su casa en una calle del Puerto de Veracruz estaba muy cerca a Villa del Mar, el lugar de los grandes eventos por la década de los noventa. Ahí llegábamos infinidad de estudiantes de la Universidad Veracruzana para comer o cenar, no importaba si un día llegabas o no, las pocas monedas que pagábamos eran nada, a cambio de su dedicación para que los estudiantes pudiéramos llevarnos algo caliente a la boca...
En un mueble frente a la gran mesa a donde comíamos de 12 en doce se encontraban los cubiertos, una libreta desvencijada y un montón de racimos de plátanos que eran el postre diario a la hora del almuerzo. En la libreta se apuntaban aquellos que le pagarían por semana o por quincena; según fuera el caso o porque trabajaban o porque su familia enviaba dinero por mes a los estudiantes...
Doña Chata como todos la nombrábamos supe, que enviudó joven y tuvo dos hijos de los que sólo conocimos a su hija que a su vez tenía un hijo que estudiaba medicina entonces...
Chata como le decían algunos " compañeros de comida " iba a venía desde las doce del día hasta por ahí de las cuatro de la tarde sirviendo y sirviendo...el único pedimento de ella era que cada quien pasara a la cocina a lavar su plato después de comer...
Una ocasión que era uno de esos fríos días de octubre en el puerto, con un norte inclemente, al llegar a desayunar nos enteramos que Chata no daría de comer porque una vena de su pierna le había reventado -´padecía várices - y el médico recomendó reposo absoluto...ella se afligió mucho pues sabía a cuantos dejaría sin comer, en el Puerto tenía yo dos compañeras de estudio y de aventura que también iban con Chata, por lo que al enterarnos de lo sucedido le pedimos que nos dejara ayudarla así es que manos a la obra ella nos dirigió y nosotros cocinamos para todos...claro que no pudimos igualar la sazón de ella pero al menos salvamos del hambre a muchos....De vez en vez la recuerdo mucho por su incondicional ayuda a tantas generaciones de estudiantes.....con el tiempo supe que abandonó este mundo, no sin antes habernos dejado su granito de arena....
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