Cuando niña siempre tuve especial fascinación por el ballet clásico, ver evoluciones donde los cuerpos parecían flotar en el aire, sus vaporosos trajes danzar junto con sus movimientos felinos, delicados y exquisitos.
Más tarde descubrí otras manifestaciones corporales como la Danza Contemporánea, otro encanto para los sentidos. Ahora al pasar de los años siempre que puedo disfruto de estos espectáculos, me siento danzando entre las nubes, nada distrae la atención de mis ojos que se llenan de color, percibo los difíciles y a la vez delicados movimientos de sus piernas elásticas el lenguaje dramático y amoroso de bailarines-actores.
La Compañía de Danza Clásica de Yucatán bajo la dirección y coreografía de Victor Salas estrenó en función de gala la obra Espartaco del compositor Aram Khaschaturian cuyo tema estriba en el enfrentamiento del líder idealista del mismo nombre quien al frente de un grupo de esclavos sublevados contra Roma tuvo en jaque al ejército romano durante dos años, siendo al final vencido y muerto por Craso.
La obra en dos actos y epílogo es magistralmente interpretada por Montserrat Castellanos como Egina; Emmanuel Gutiérrez como Espartaco; Pablo Mercader como Craso y Tatiana Arcila quien tuvo un papel destacado a lo largo de la obra arrancando el aplauso del público. El montaje estuvo a cargo de Olga Voghmina.
Este momento de deleite para los sentidos me dejó así como danzando entre las nubes....y mis recuerdos de niña...
La obra en dos actos y epílogo es magistralmente interpretada por Montserrat Castellanos como Egina; Emmanuel Gutiérrez como Espartaco; Pablo Mercader como Craso y Tatiana Arcila quien tuvo un papel destacado a lo largo de la obra arrancando el aplauso del público. El montaje estuvo a cargo de Olga Voghmina.
Este momento de deleite para los sentidos me dejó así como danzando entre las nubes....y mis recuerdos de niña...
1 comentario:
Gracias por tucrónica que me trasportó al teatro y a la roma misma y al gran Espartaco. Y gracias por compartir tus sueños de niña, de bailarina onírica. La forma más bella de no dejar nunca de danzar.
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