Ella era más que una mujer a cargo del servicio de la casa de Neri...era su amiga, su compañera, su confidente, su sombra misma, los días que acudía a ayudarla en los quehaceres. Yo conocí a Neri hace cinco años y ella ya estaba ahí, siempre que iba a verla.
No sé porque a veces tiendo a relacionar los rostros de las personas, con quienes fueron parte de mi pasado. Y ella trajo a mi mente a Manuela, quien hacía lo mismo en la casa de mis padres.
Las dos de raices mulatas, dedicadas siempre al trabajo doméstico son flacas, flacas pero de " muy buen diente" dijeran por ahí.
La gran diferencia entre ambas es sin embargo un gran abismo Manuela: la honradez a prueba de fuego y Carmelita...Carmelita se quemó con fuego...
Neri salió apresurada y la dejó con varios pendientes por terminar, pero apenas arrancó el vochito de su hijo, ésta recogió en un trapo negro sus pertenencias - y las que no eran de ella también - y salió casi corriendo de ahí.
No se percató que Don Hermino - quien hace como que duerme, sentado en su sillón - lo vió todo...
Neri a sus 86 años, tiene el gran hábito del ahorro, y desconfiada como es de los " bancos rateros ", guarda sus monedas de diez pesos en un cochino grande de barro, que mando a tachonear con un herrero, para no sacar ni una moneda hasta que no estuviera rebozante.
Esos ahorros son para el fin de año, ella no tiene otra manera de recibir dinero que lo que cobra por sus clases.
Carmelita, la de la mirada huidiza, se llevó el cochino ...y creyendo que nada pasaría regresó a trabajar pero la esperaba una amenaza, que después de regresar lo que se llevó - no sin antes agarrar lo más que pudo - no tuvo más remedio que abandonar la casa por su abuso de confianza. Neri no lo externa pero está triste... Carmelita le falló...
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