jueves, febrero 04, 2010

La madrileña...

Los meses de febrero no hay día en que no venga a mi mente el recuerdo de mi padre, quizá porque era el mes en que cumplía años. Mi madre siempre lo celebraba con un suculento pastel que duraba el mismo tiempo que había estado en el horno - casi nada -.
El origen real de su familia no lo tengo muy claro. El decía que su madre - o sea mi abuela -provenía de algún lugar de Guanajuato pero no sabía exactamente de cuál.
Mi abuelo en cuyas venas corría sangre mulata - por así decirlo - era un buen ebanista. Fueron cinco hermanos de los cuales sobreviven mis tías Meche y María. La primera maestra jubilada, excelente mujer y la segunda excelente cocinera, secretaria y madre.
Mi padre nos contaba como desde pequeña - 12 años a lo sumo - tuvo que hacerse cargo de la familia en cuanto a la elaboración de los alimentos; mientras Mercedes estudiaba en la escuela Normal.
Para que lograra bien su encomienda, mi abuelo fabricó un banco de madera a fin de que pudiese alcanzar la estufa.
Mi familia paterna siempre se preocupó por las fiestas familiares y así cada domingo nos reuníamos a comer en casa de la tía María sus suculentos platillos. Las navidades, cómo olvidarlas cuando en esas mesas había de todo - no existía la economía globalizada, nada de esas pésimas cadenas transnacionales que nos venden comidas congeladas y debajo nivel nutricional. -
Mi padre ahorraba a manera de prepago en la famosa tienda de la esquina: LA MADRILEÑA a donde había jamones de importación dulces árabes, galletas, dulces europeos y por supuesto licores extranjeros. Faltando siempre uno o dos días para la Cena, llegaba a casa con cajas de estos inigualables productos.
En lo particular me encantaba acompañarlo cuando Don Pepe - el propietario - le entregaba tan preciada carga...y más aún observar como bajaba de los enormes estantes de madera los productos que harían la delicia de nuestros paladares...



5 comentarios:

Conciencia Personal dijo...

Aprecio tu post, está lleno de cariño y nostalgia por quien físicamente no está, sin embargo, su enseñanza, cariño, y afecto siempre será el mejor estandarte, prueba de ello, son tus letras...

Fraternal abrazo, Monique.

Anabel Rodríguez dijo...

La memoria nos juega unas deliciosas pasadas a veces. Besos a ti y a tu familia.

tonymoca dijo...

Esos son bellos recuerdos, que bueno que los conserves por siempre.

Saludos

Conciencia Personal dijo...

Un abrazo desde el sureste, Monique.

LiterataRoja dijo...

He regresado de mis vacaciones. Me estoy haciendo el tiempo para leerlos a todos y pasar a saludar!
Qué bueno es volver!
Un beso!
Literata